Hoy, como en tiempos de Pilato, sigue abierta la cuestión de la verdad. «¿Qué es la verdad?» Varias han sido las respuestas a esta pregunta. La filosofÃa antigua y medieval afirmó que la verdad consistÃa en la adecuación de la inteligencia a las cosas. Por el contrario, la filosofÃa moderna hizo de la verdad un atributo de la inteligencia, y consideró que eran las cosas las que debÃan adecuarse a la razón, no al revés. Frente al realismo antiguo, el racionalismo y el idealismo modernos. La filosofÃa contemporánea comenzó cuando se abandonaron ambas actitudes, iniciándose la búsqueda de una nueva vÃa que fuera más radical que las anteriores. Aquellas pretendidas verdades ya no lo eran y por tanto se hacÃa necesario profundizar más en el asunto. DebÃa haber una verdad primaria, preconceptiva y prejudicativa, incluso para defender la posibilidad de conceptos y juicios no verdaderos, falsos. Esa verdad primaria es la que Heidegger creyó descubrir en los orÃgenes del pensamiento occidental bajo forma de «desvelación». Zubiri cree que aún es posible ir más atrás, radicalizar más el problema, llegando hasta lo que él llama «verdad real». Se trata de una verdad tan primaria y radical que en ella no cabe el error. En ese nivel todo es verdad. Sólo más adelante, en el orden de los juicios y los raciocinios, la verdad se debilita hasta hacerse casi evanescente. A este nivel, nuestra comprensión de la realidad será siempre inadecuada e incompleta. La verdad real, dice Zubiri, es de la cosa; la impone ella, no la ponemos nosotros. Por eso en la verdad real es la cosa la que se apodera de nosotros, la que nos puede, no nosotros a ella. A mil leguas de cualquier filosofÃa de la posición, del sujeto o de la conciencia, Zubiri elabora una filosofÃa del poder, del poder de lo real. Ese poder es el que se actualiza en la inteligencia bajo forma de verdad.