Al señor Pierre de Fermat le chiflaban los secretos y los números. Pero, sobre todo, le gustaba cocinar con ellos fascinantes enigmas que servÃa por carta a sus amigos. SonreÃa imaginando las muecas que pondrÃan mientras se rompÃan la cabeza tratando de pescar la solución. Al morir se despidió con un problema tan misterioso... ¡que los hombres más listos del planeta se estuvieron tirando de los pelos durante 300 años!