Los estudios sobre la conducta animal tienden a demostrar que en el resto de los animales que nos acompañan en nuestro planeta se puede encontrar violencia y agresión, pero que no hay rastro en ellos, a pesar de las muchas leyendas que los pretenden antropomorfizar, de odio o de venganza. La funcionalidad de la violencia, que los etólogos han descrito en el reino animal, parece perder su carácter adaptativo cuando se trata del sujeto humano. El ser humano tiene el triste privilegio de poder odiar y de albergar en su conciencia y memoria el sentimiento de la venganza. Pero también tiene la posibilidad de reconocer al semejante y amarlo. Y esta presencia en el sujeto humano de sentimientos y conductas tan opuestas, suscita, sin duda, incógnitas interesantes de
abordar y analizar. Estudiar qué son los demás para cada uno de nosotros (alteridad), qué somos nosotros mismos (identidad) y como ambas pueden ser alteradas y eliminadas, es el objetivo principal de este libro, cuyo título alude al final del terrible camino que conduce a la destrucción del ser humano por el ser humano.
