Mini odia el esquÃ, pero desgraciadamente los restantes miembros de su familia adoran ese deporte. Asà que a ella no le queda más remedio que acompañarlos en sus viajes a la nieve. Lo peor es que se empeñan en apuntarla a un cursillo. Mini se tiene que inventar mil excusas para no asistir. Un dÃa se moja el pelo en la ducha y asà consigue quedarse en el hotel. Allà conoce a un niño al que le sucede lo mismo que a ella. Juntos deciden intercambiarse los esquÃs para que al dÃa siguiente sus respectivos padres no los obliguen a subir a las pistas. Pero éstos descubren la trampa. Sin embargo, el hecho sirve para que, por fin, comprendan que los hijos no siempre tienen por qué tener las mismas aficiones de sus padres.