Rosa, la secretaria del doctor Nogueira, cuenta en primera persona los distintos experimentos que su jefe realiza para lograr el bien y la felicidad de sus conciudadanos. Según el doctor, la felicidad se fundamenta sobre todo en las pequeñas cosas del día a día. Por eso el doctor Nogueira inventa un crecepelo, para que todos los calvos gocen de buen humor; un elixir que permite hablar con gran elocuencia y combate el empobrecimiento del lenguaje y un "tinte" contra el racismo, pues hace blancas a todas las personas. Pero pronto comprende que no todo es tan fácil, ya que todos sus "buenos propósitos" se vuelven contra él. El doctor, entonces, se da cuenta de que ha de cambiar su estrategia, y que lo que necesita para que sus inventos hagan feliz a la gente es tiempo, y no tratar de curar la infelicidad de un golpe. El último invento del doctor son unas agujas que borran todos los recuerdos desgraciados, pero es uno de los muchos inventos del doctor que quedará sin aplicar.
