Quien lea Niebla y café probablemente conozca el contexto en que esta novela ocurre y sepa de quiénes se habla en ella; los nombres han sido modificados pero resulta fácil adivinar la identidad de los personajes. Como en muchas novelas, se entretejen la ficción y la realidad. En ésta, el punto de vista femenino (si es que eso existe) es clave para su comprensión, tanto como conocer el entorno en el que sucede, Xalapa y la Ciudad de México de los años sesenta del pasado siglo; así como los actores: la oligarquía provinciana que puede ser de muchas ciudades, no sólo de México y que aún persiste, desafortunadamente. La crítica social es evidente y da un punto de vista fresco y original, sobre todo al desenmarañar los nombres y saber que casi todas son personas reales, no personajes de ficción. La facultad de hacer figurar muchas ideas, sentimientos, pensamientos y escenas en pocas páginas no es fácil ni común; la autora la tenía y aquí lo demuestra, al igual que su capacidad para recrear minuciosamente sitios y momentos.
