La calle no es de los gobiernos ni de los idiomas impuestos por ellos, ni mucho menos de los estándares lingüÃsticos. La calle sigue siendo de la gente y conviene no quitar pie ni oÃdo de ella si se desea estar al tanto de cómo se expresa el pueblo. El cómic no posee hoy dÃa una incidencia popular tan relevante como la que tenÃa antaño, cuando no era considerado cultura porque lo consumÃa cualquiera y sus expresiones podÃan llegar a calar en nuestras sociedades, como la interjección eufemÃstica «¡Ostras, PedrÃn!» nacida de los tebeos robertoalcazarianoso o el caracterÃstico asterÃxtico «están locos estos romanos». Por eso, el dibujante y fotógrafo Jaume Martà ha tenido el oÃdo y la vista de devolver la oreja del cómic y la ilustración (medios a los que está irremediablemente ligado como artista, gestor y lector apasionado) a esa calle donde cotidianamente suceden milagros sonoros y semánticos. En OÃdo en la calle hay más verdad que en cualquier documental de la selva.
