El autor sostiene que los dirigentes sindicales tuvieron, entre 1943 y 1946, un papel activo y primordial en la conformación del peronismo al dialogar con un Perón por entonces falto de experiencia en el terreno laboral pero en el que esperaba recoger gran apoyo. Del Campo considera que fueron los dirigentes sindicales los que aportaron al nuevo movimiento ideas, programa y lenguaje elaborados tras una larga experiencia desarrollada previamente. Del Campo explica por qué los objetivos de Perón eran diferentes de los sindicalistas. Él planeaba integrar el movimiento obrero en una coalición polÃtica y social más amplia, en la que tendrÃan cabida los empresarios, las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Sin embargo, para el autor, ninguna de las partes logró lo que se proponÃa y el peronismo terminó por resultar un hÃbrido inédito: un movimiento de base popular dirigido por un militar populista.