En 1920,en Madrid, el alumno de tercer curso de la Escuela Superior del Magisterio, el iguñés Daniel Luis Ortiz Díaz, entregaba una memoria redactada por él mismo a quien se la había encargado, que no era otro que su profesor, el insigne don Luis de Hoyos. Dicho trabajo, mecanografiado, llevaba el sugerente y esclarecedor título de Monografía del Valle de Iguña, el cual consistía en un concienzudo estudio sobre su terruño de nacimiento en el que incluía aspectos tan interesantes como la historia, el patrimonio artístico y arquitectónico, la actividad económica y las tradiciones y costumbres de aquella época y de otras pasadas.
