Miro la muralla china y pienso en cuántas manos de cuántos hombres.
Reducido a un problema matemático serÃa: x o 2y.
Oigo el lenguaje, no el lenguaje de las palomas o de los caballos o de las moscas.
Escucho con atención las palabras que van de boca en boca.
Cuántos años y cuántas bocas para nombrar y llegar a este refinamiento de sÃmbolos donde queda oculto el origen.
Hace tiempo que los sÃmbolos nos encriptan en el lenguaje. Si lees atentamente, observarás algas flotando bajo el mar de las palabras y galerÃas luminosas en las simas más oscuras. Al escribir somos como topos haciendo galerÃas, ignorando cuál de ellas llegará a la luz.