El lenguaje implica como acto natural de habla un fondo táctil y meton¡mico en consonancia con el entorno vivencial del hablante. Es una taxia antepredicativa que induce un a priori correlativo y una semiosis constante que lo transforma en fondo categorial y perceptivo del conocimiento. De aqu¡ procede una función gramatical m¡nima y cuántica. Su resonancia de fondo nos exige retomar el valor poético del nombre, del acto de nombrar incurso en toda palabra o esquema suyo. El deseo de conocer e interpretar la realidad nos mueve incluso a percibirla como nunca la conocemos realmente fuera del lenguaje. Es el vuelo del discurso, dice G. Santayana. Su potencia de vuelo le viene, sin embargo, del subfondo ontológico, nouménico, que forma el órgano del pensamiento, predijo W. von Humboldt.
La lingü¡stica académica y el análisis gramatical olvidaron la constitución dramática del pensamiento, ya activa en Platón y heredada, entre otros, por Herder, Gerber, Nietzsche y el mismo Humboldt, a los que siguieron, como intérpretes suyos, Dilthey, Husserl, Heidegger, Jaspers, Benjamin, Merleau-Ponty, Lévinas y Derrida. La claridad mental de la hermenéutica germánica tuvo también respuesta adecuada en filólogos lingüistas o filósofos a veces poco considerados al respecto, como los espa?oles A. Amor Ruibal, G. Santayana y J. Ortega y Gasset. Resaltamos aqu¡, pues, el aporte ilustrado de la lingü¡stica naciente y del conocimiento poético en la frontera del siglo XX. El método funcionalista derivado de F. de Saussure lo ensombreció ndebidamente al extrapolar L. Hjelmslev el encubrimiento fenomenológico de las formas, al cual le dio, sin embargo, un giro que recuperaba en la función semiótica la sustancia expresiva que el sistema lingü¡stico redujo previamente. Giro ya iniciado antes por el lingüista americano Ch. S. Peirce en consonancia con la novedad del método cient¡fico esbozado al descubrirse la
radiación atómica de la energ¡a y el fondo cuántico de la materia. Se abre as¡ la escena de un drama, el horizonte de un discurso uniforme ÂûM. BréalÂû y apasionante: sintáctico, semántico y narrativo. A las ideas las subtiende un drama, al ideoma un draoma, precisa Ortega y Gasset. Su acción nos implica a todos como actores, autores e intérpretes continuos de la vida.