Hacia 1924 El jorobado habÃa alcanzado ya la nada desdeñable cifra de un millón de ejemplares. Féval, que sentÃa devoción por las causas perdidas y por los ideales de la vieja caballerÃa, creó un personaje con el que no resulta difÃcil identificarse: su capacidad de enderezar entuertos y restaurar la justicia alimenta deseos Ãntimos del espÃritu. Se sabe que Paul Morand, después de leer Los misterios de Londres, estuvo durante toda una semana «hablando como sus personajes». No es necesario que el lector de El jorobado ande un dÃa a estocadas por la calle: basta que se emocione con su peripecia, y quizá que añore en estos tiempos el honor y la lealtad de Lagardère.
