Figuras de espaldas contemplan la puesta del sol: ante ellos se despliega la vastedad infinita de la Naturaleza; el horizonte se pierde sin que el hombre pueda percibir sus lÃmites. Inspirándose en la lÃrica y la filosofÃa románticas, Caspar David Friedrich da forma pictórica a un abandono poético ante los espectáculos fascinantes y sublimes del mar, las montañas, la niebla, el sol y el hielo. El sentido de impotencia del hombre ante la belleza desmesurada del mundo se transforma en un sentimiento casi mÃstico, en la participación en un misterio que atañe a la eternidad.