¿Qué es un hombre bueno y auténtico, feliz y libre? Entre las muchas respuestas que se han dado a esta pregunta, este libro considera la respuesta cristiana. Reflexiona, por tanto, sobre el ser humano, varón y mujer, con un talante eminentemente positivo a la luz del misterio de Jesús. Este nombre, que aparece ya en el título, significa: Dios salva.
Se comprende así que el discurso de Martín Gelabety no es pesimista. No porque ignore que el mal puede anidar en el corazón humano, sino porque la oscuridad no desaparece cuando se la critica, sino cuando se la ilumina. Y lo que se pretende en este libro es iluminar la entera realidad humana a partir de un dios que se fía del hombre (es importante decir esto en unos tiempos en los que parece haberse perdido toda confianza en el ser humano), y que únicamente pretende su bien, su placer (sí, también su placer), su felicidad, su vida, su salvación en definitiva.
El libro arranca del convencimiento de que la realidad del ser humano sólo se ilumina plenamente a partir de Dios. Pero esto, lejos de significar una huida hacia lo alto, supone y exige un encuentro con la historia. Pues a Dios sólo lo encontramos en el mundo y, principalmente, en el ser humano. La soledad, dice el autor, es imposible y, además, inmoral. Fuera de la dimensión fraterna ni encontramos ni comprendermos a Dios y, por tanto, tampoco nos encontramos ni comprendermos a nosotros mismos.
