La civilización habÃa corrompido el mundo. Se hacÃa necesario volver a la sencillez, a la Naturaleza. El Marqués de Girardin, desde el momento en que leyó los textos de Rousseau, transformó su vida en función de ese espÃritu. Formó a su hijo Fernando de acuerdo con los principios educacionales del Emilio; en sus posesiones de Ermenonville creó un paisaje como el que Jean -Jacques habÃa descrito en su obra La nueva EloÃsa, y también merecieron su aprobación los novedosos planteamientos polÃticos de El contrato social.
En ese tiempo Rousseau acepta la invitación para residir en Ermenonville. Para Fernando, la presencia del venerado maestro supondrá la mayor de las alegrÃas. Sin embargo, pronto lo asaltarán dudas sobre la autenticidad de Rousseau. Lo desconciertan las discrepancias entre las teorÃas de sus escritos y la realidad de su propia vida cotidiana. Fernando lee en secreto Las confesiones y descubre que no fue el orgullo ciudadano lo que en su momento impidió a Rousseau acudir a la audiencia con el rey, lo que le supuso la pérdida de la pensión que le habÃa sido prometida, sino su afección de la vejiga.
Pero el pueblo celebra a Jean-Jacques, tras su muerte, como padre de la Revolución...