La vida cotidiana, en su aparente banalidad, alberga una belleza que solo se entrega a la mirada contemplativa. Estas páginas invitan a adentrarse suavemente en esa tierra fértil que es nuestra existencia de todos los días, para descubrir en ella los signos inconfundibles del Reino. Margarita Saldaña está convencida de que los treinta años de Jesús en Nazaret constituyen un lugar privilegiado donde se dan una cita muy especial lo divino y lo humano. Si Dios ha elegido mancharse las manos con nuestro barro, ello significa que nuestra tierra es el verdadero lugar de la convocatoria y del envío. A través de un lenguaje vivo y de una narración llena de escenas de la vida diaria, este texto ofrece pinceladas certeras para visitar de nuevo la propia historia como tierra fértil en la que tienen cabida ángeles y demonios, escándalo y milagros, éxodo y utopía. Quien busque ensanchar su experiencia de lo cotidiano sabrá leer entre líneas la perspectiva de una nueva profundidad. 'Esta espiritualidad para la vida cotidiana, siempre nueva, se entronca con la tradición franciscana de Laudato si', con la tradición ignaciana del 'buscar y hallar a Dios en todas las cosas', con el dicho teresiano de que 'entre los pucheros anda el Señor' y con la profunda sensibilidad nazarena del hermano Carlos de Foucauld. Y hoy es más actual y necesaria que nunca' (del 'Prólogo' de Víctor Codina).
